miércoles, 13 de mayo de 2015

REFLEXION 2

"El mundo habrá acabado de joderse el día en que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga"
Gabriel García Márquez


La literatura es  en esencia un cofre de tesoros escondidos, que solo con la lectura podremos hallarlos, sino  nos atrevemos a abrir la tapa de este cofre y levantar  la mirada sobre cada letra que está allí esperando nuestra presencia, no tendremos nunca la satisfacción de haber tenido una mágica aventura  descubriendo tesoros que  quedaran en nosotros para siempre.

Sin lugar a duda, para devorar la literatura se necesita sentir, desear y gozar. Pero ¿qué hacer para conseguir esto  en las aulas de clase?  
No es suficiente con asignar lecturas obligatorias a los estudiantes, necesitamos que las asuman con agrado, que las consuman con placer para que al fin las comprensiones  no sean efímeras, sino que logren trascender  en el pensamiento del estudiante.
Si bien, es necesario que el maestro se rete y busque pensar en las maneras, las estrategias y los recursos que pueden favorecer el acercamiento de los jóvenes a la literatura, pues  a veces  es complicado que por si solo se motiven a leer textos como llamamos clásicos  o perteneciente a una época especifica.
Es más fácil acercarles a la literatura juvenil, lo cual es realmente valioso y de igual forma contribuye a la formación de los estudiantes.
 Pero los textos  clásicos  deben ser recuperados para potenciar  los pilares de la educación y así contribuir a la formación mínima de bagaje cultural, social e histórico  en los estudiantes.
 En este sentido podemos traer a colación autores como  Gabriel García Márquez y Julio Cortázar importantes representantes de la literatura latinoamericana, que recogen en sus obras la magia, la fantasía y la realidad. Podría afirmarse que quien lean estos autores y muchísimos más que hacen parte de la lista de grandes escritores al disfrutar podrán transformar su visión y valorar las palabras de    José Luis Sampedro, (extraídas de su obra Valor de la palabra)     que expresa:
 “La palabra fomenta nuestra imaginación: leyendo inventamos lo que no vemos, nos hacemos creadores <...> Hace cinco siglos la imprenta nos libró de la ignorancia llevando a todos el saber y las ideas <...> El libro, que enseña y conmueve, es además ahora el mensajero de nuestra voz y la defensa para pensar en libertad”. (Citado en comunidad escolar, revista)


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